¿Qué hace la preocupación en el cuerpo? Más allá del estrés mental

Seguro que eres como la mayoría de mujeres, te despiertas en la madrugada pensando en todo lo que tienes que hacer al día siguiente, qué te deparará el futuro o si podrás logra lo que más quieres.

La preocupación es una respuesta natural de tu organismo, pero cuando se vuelve crónica, causa estragos en tu salud y tu bienestar general. 

Exploremos juntos qué hace la preocupación en tu cuerpo y cómo gestionarla para vivir una vida más saludable y feliz.

El impacto físico de la preocupación

Cuando te preocupas, tu cuerpo entra en modo de “lucha o huida”. Eso significa que tu cerebro libera hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. 

Aunque este mecanismo es útil si estás escapando de un peligro real, cuando se activa por preocupaciones diarias, puede tener efectos negativos en tu salud.

• Corazón acelerado: cuando estás preocupada, tu corazón late más rápido para bombear sangre a tus músculos. Si esto ocurre con frecuencia, aumenta el riesgo de hipertensión y enfermedades cardíacas.
• Respiración rápida: la preocupación hace que respires de manera superficial y rápida, lo que provoca hiperventilación y sensación de mareo.
• Tensión muscular: los músculos se tensan para prepararse para una respuesta rápida, como correr de un peligro inminente. Y causa dolores de cabeza, cuello y espalda.

El efecto en tu mente

La preocupación no solo afecta tu cuerpo; también puede tener un impacto devastador en tu mente y emociones.

• Dificultad para concentrarse: cuando estás preocupada, es más difícil concentrarte en las tareas diarias. Como cuando te preocupas por una presentación en el trabajo, y te cuesta mucho más enfocarte en preparar el material o ensayar tu discurso.
• Insomnio: la preocupación pueden mantenerte despierta por la noche, robándote el sueño reparador que necesitas para funcionar bien. Imagina que te preocupa una discusión con tu pareja; darás vueltas en la cama, repasando la situación una y otra vez.
• Estado de ánimo bajo: la preocupación constante puede llevar a sentimientos de ansiedad y depresión, afectando tu bienestar emocional. 

La preocupación por el peso

El estrés crónico y la preocupación también pueden afectar significativamente tu peso, porque causa un desequilibrio en las hormonas del hambre y el apetito.  

• Ganas más grasa corporal: puede aumentar el apetito y hacer que almacenes grasa, especialmente, en el abdomen. 
• Pérdida de peso: hay mujeres que, de preocuparse tanto, pierden el apetito y bajan de peso rápidamente.
• Comer emocional: muchas veces, la preocupación lleva a comer emocionalmente, donde buscas consuelo en alimentos ricos en azúcar y grasa, helados, pizzas, panes dulces, que pueden dejarte unas libras extras.

 Cómo la preocupación afecta tu digestión

¿Alguna vez has sentido mariposas en el estómago antes de una presentación importante? La preocupación afecta directamente a tu sistema digestivo. 

• Problemas digestivos: el estrés altera la digestión, causando problemas como el síndrome del intestino irritable, diarrea o estreñimiento.
• Apetito que sube y baja: algunas mujeres pierden el apetito cuando están preocupadas, mientras que otras tienden a comer en exceso buscando consuelo.
• Acidez y reflujo: el aumento de ácido en el estómago debido al estrés puede causar acidez y reflujo gastroesofágico.

¡Cuidado! A todas estas situaciones se pueden sumar desde problemas de tiroides, presión arterial alta, diabetes, obesidad, cáncer, etc.

Si quieres evitar lo que le hace la preocupación en el cuerpo, en mi post cómo callar los pensamientos acelerados encuentra las claves.

Importante: Este contenido tiene fines educativos y no debe utilizarse como asesoramiento médico. Si tienes alguna condición de salud, consulta con tu médico.

Fuentes